Prácticamente la mitad de las personas que atendemos no son de España ni Europa.

Vivimos un momento histórico en el que nunca se habían dado tantos desplazamientos de personas y pueblos, y desde Cáritas estamos atendiendo de forma transversal esta realidad pues las leyes de extranjería provocan la vulneración de muchos derechos humanos y sociales.

¿Qué hacemos y cómo lo hacemos?

  • Fortalecemos la acción social que llevamos a cabo hacia las personas procedentes de otros países y en situación de vulnerabilidad.
  • En todos los servicios tenemos una mirada que contempla los tres momentos del proceso migratorio: el origen, el tráfico y la acogida.
  • Hacemos visibles las vulneraciones de derechos en estos procesos y promovamos el trabajo en red.

Nuestra respuesta común podría articularse en torno a cuatro verbos:

ACOGER

Ofrecer alojamientos adecuados y decorosos, y servicios de acogida que faciliten el encuentro personal.

 

PROTEGER

Defensa de los derechos y dignidad de la persona, independientemente de su estado migratorio.

 

PROMOVER

Qué puedan realizarse como personas en todas sus dimensiones.

 

INTEGRAR

Oportunidades de enriquecimiento intercultural generadas por su presencia.

  • Mi hermana sufre parestesia debido a la diabetes, y mi madre tiene 80 años percibiendo una pensión escasa. Mi salario era insuficiente, y no tenía posibilidades de trabajar mas debido a las falta de oportunidades laborales de la región donde vivía. Así que decidí emigrar a España para poderlas ayudar. Una vez aquí me encontré con que ninguna de las familias que me acogieron me daba nada gratis, la comida o alojamiento debía pagarlos con servicios. Tampoco tenía llaves de casa, y bajo el frio y la lluvia debía esperar a que alguien regresara a casa. Esta situación cambió mi vida, pero Caritas alivió mis sufrimientos. Cuando estaba a punto de vivir en la calle toqué la puerta de Càritas. Laura intervino en el momento adecuado: me ofrecieron poderme formar a nivel laboral y me salvaron de la falta de vivienda. Les debo la vida.

    Naima
  • Hace un tiempo decidí salir del Senegal, mi país natal, ya que mis padres murieron y no podía conseguir un futuro laboral. A pesar de los miedos e inseguridades, decidí marchar.

    Después de unos meses en Marruecos, en febrero del 2019 subí a una patera y me rescataron las autoridades españolas. Desde entonces he pasado por diferentes centros del Estado.

    Actualmente me encuentro acogido a un piso compartido de Cáritas. Estoy contento porque hay mucha gente que me ha ayudado, y he podido empezar a aprender el idioma y a formarme.

    He podido hacer amigos y compartir ratos divertidos, sobre todo jugando al fútbol.

    Souleymane
  • En el Sahara no tenía posibilidades de estudiar ni de conseguir trabajo: hay mucha pobreza. La única opción era marcharse.

    Tenía mucho miedo y estaba triste por separarme de mi familia, pero necesitaba buscar un futuro, trabajando como mecánico.

    Para poder pasar la frontera y llegar a España, después de pasar unos meses en Nador, me tuve que esconder bajo un camión para pasar la frontera. La estancia en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla fue muy difícil. Por suerte me llevaron a un centro de Begues, y actualmente estoy acogido a un piso compartido de Cáritas.

    Estoy empezando a aprender el idioma, a hacer formaciones, y conocer personas que me están ayudando mucho.

    Alí
  • Las costumbres, los horarios, la comida, el clima y el carácter de la gente... son diferentes. Se nos ha hecho difícil la relación con las personas de acá, cada uno va a la suya. Pero tenemos esperanza, esperamos que las niñas puedan ir a la guardería y nosotros encontrar trabajo.

    Aquí al menos, nos podemos plantear un futuro sin temer por nuestra vida, lo que ahora mismo no podemos hacer en nuestro país.

    Dayana
  • De La casa Que dejo, sólo llevo conmigo su ausencia, creo no dejar nada y todo llevo.

    De la casa que me deja, tome el horizonte de tener asideros, el tránsito de la noche y el día, el único lugar sin tiempo, todo en ella tenía el augurio de mis plenas revelaciones.

    Dejar una casa tiene un norte, la ausencia de uno mismo.

    Dejar una casa es siempre estar en ella.

    Sólo estoy en todo desarraigo, sólo me deja mi casa, sola yo la dejo.

    Dejar una casa es dejar todo.

    Orlando D’Elia “Sólo Poemas”
  • Para poder salir de la situación de crisi humanitária que vive Venezuela, con mi familia decidimos migrar a España.

    Contabamos con la suerte de tener doble nacionalidad (Venezolana e Italiana), haber podido ahorrar para subsistir los primeros meses, y una familia que nos ofreció ua estancia temporal. Pero experimentamos un sentimiento de desarraigo que jamas imaginamos experimentar en vida: un gran vacío lleno de soledad en nuestros corazones.

    Y a esto se le sumó descubrir la nueva realidad y con ello nuestras dificultades: dificultad de incorporación mercado laboral, nuestra hija con graves problemas de

    adaptación, los ahorros rápidamente agotándose y el tiempo establecido en donde nos dieron la acogida también. Fueron momentos de muchísimas angustias que nos inducia al fracaso y a tener que regresar a nuestro país.

    Después de acudir a Servicios Sociales, se nos derivó a Càritas y allí y se nos brindo una grandiosa luz de esperanza: Tuvimos la posibilidad de vivir a la Casa la Olivera.

    Recuerdo y no olvidaré nunca la fecha de acogida, el 1º de Octubre de 2018. Gracias a ello mi hija se a regularizado en el colegio e integrado a la vida social de Gelida, su Mamá Mónica a conseguido regularizar su vida laboral, y yo sigo avanzando en mi formación y evolución profesional. Todo esto nos permite retomar nuestros sueños que creíamos perdido al partir de nuestra patria.

    Por todas estas bellas experiencias, puedo decir que Caritas es una empresa que realiza milagros todos los días.

    Orlando d'Elia

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