La acción de Cáritas Diocesana, en las comarcas del Alt Penedès, Baix Llobregat, Garraf y sur del Anoia, ha beneficiado a 15.107 personas. Cifras aún superiores a las de antes de la pandemia
Cuando en 2021 hacíamos balance de la acción social de Cáritas diocesana de Sant Feliu de Llobregat, hablábamos de una crisis social sin precedentes, las consecuencias de la pandemia habían hecho que la situación, ya frágil, de muchas personas se hubiera resentido. El mismo informe FOESSA sobre exclusió i desenvolupament social a Catalunya, recogía este aumento de la exclusión, con cerca de 2.260.000 personas en Cataluña en esta situación en 2021.
En este contexto de lenta recuperación, llega una nueva sacudida en 2022, el estallido de la guerra en Ucrania y la situación de Inflación que se derivó.
Es evidente que este conjunto de crisis vividas en un período de tiempo tan corto, afectan a todas las capas sociales, pero especialmente a aquellas personas que ya partían de una situación de mayor fragilidad. En 2022 más de 15.000 personas de las comarcas del Baix Llobregat, Alt Penedès, Garraf y sur de la Anoia han necesitado la ayuda de Cáritas para poder cubrir sus necesidades más básicas, una cifra muy similar a la de 2021 que refleja que esta teórica recuperación se debería haber producido, una vez superada la crisis de la COVID-19, no se ha dado en aquellos hogares que se encontraban en una situación de mayor vulnerabilidad.
Confiar en que el trabajo es la vía principal para mejorar la situación de estos hogares, no se corresponde con la realidad, las condiciones que ofrece en estos momentos el mercado laboral y la evolución de los sueldos no facilitan tener una mejor capacidad para acceder a unas condiciones de vida realmente dignas. No se puede negar que en 2022 respecto a 2021 y según datos de la Encuesta de Población Activa, hubo un descenso de la tasa de paro en Cataluña de más del 19%. Pero pese a los efectos positivos de la subida del salario mínimo interprofesional y la entrada en vigor de la reforma laboral, la propia encuesta pone de manifiesto un aumento del número de trabajador en situación de parcialidad laboral y un estancamiento de las horas trabajadas por trabajador . Por tanto repercute también en los salarios que perciben estos trabajadores. Si dejamos de lado el numeroso sector de la población, a quien por varias razones, el mercado laboral expulsa del todo, nos encontramos de nuevo con el fenómeno de los trabajadores pobres, cuando se consigue encontrar un trabajo, la calidad de éste es incompatible con una calidad de vida digna.
Pero, aparte de la realidad del mercado laboral, otra de las principales dificultades que se encuentran las familias en situación de exclusión, es la vivienda. El aumento desproporcionado de los precios de los alquileres, hipotecas y suministros, se convierte en un pozo sin fondo para las familias, que les obliga a prescindir o dejar de cubrir otras necesidades. La vivienda y estas otras necesidades son precisamente y debido a la inflación, las que han experimentado un aumento más significativo de los precios; un 19% los suministros y gastos del hogar, un 13% el coste de la alimentación y un 19% el transporte..
Atrapados por la Inflación
Sabemos que cualquier cambio significativo a nivel de economía o cualquier fenómeno social que genera un empeoramiento en las condiciones de vida y en el acceso a los derechos, se transmite de forma más intensa en aquellas personas que ya se encontraban en una situación de mayor fragilidad . Como hemos visto, esta crisis de inflación que estamos experimentando desde hace unos meses tiene una mayor incidencia en gastos básicos. En el caso de Cataluña, según el Informe FOESSA anàlisis i perspectives 2022, las familias destinan 63 de cada 100 €, a cubrir los gastos necesarios de vivienda, suministros y alimentación. Si tenemos en cuenta, además, este descenso del nivel de ingresos generado por la precariedad laboral, nos encontramos con hogares que ven reducido su poder adquisitivo. Más de un 31% de la población, dispone de menos del 85% del presupuesto que necesitarían para llevar unas condiciones de vida dignas, y por tanto deben adoptar estrategias para poder cubrir estas necesidades más básicas.
En este mismo informe podemos observar que estas estrategias, en los hogares que están por debajo de ese 85% del presupuesto mínimo para llevar una vida digna, se centran sobre todo en la reducción sustancial del gasto en alimentación, suministros, ocio, salud o educación. Esto puede traducirse en dejar de comprar alimentos frescos, no poder poner en marcha la calefacción en invierno o bien dejar de comprar material escolar o libros de texto y en menor medida abandonar la escolarización secundaria no obligatoria, entre otros.
Siempre esperanza
Sin embargo, ante cualquier dificultad siempre esperanza, esta situación que estamos viviendo, nos debe llevar a una reflexión clara, hay que tener en cuenta cuál es la inversión real que deben hacer las personas, según su realidad, que les permita llevar una vida digna y así poder adecuar las medidas de protección social para garantizar estos derechos. Y eso también nos lleva a reivindicar que debería garantizarse que ninguno de los derechos se pueda cubrir sólo recurriendo al mercado, porque esto tiene un efecto perverso: quien no puede pagarlo queda fuera.
Por tanto es urgente avanzar en el diseño de unas políticas sociales que garanticen el acceso a estos derechos, e incorporar un nuevo pilar básico al Estado de Bienestar como es la vivienda.
Y finalmente, no olvidemos otro de los pilares básicos que también sustenta parte de nuestro Estado de Bienestar, que no es otro que la fuerza de la comunidad, donde no lleguen las administraciones, la comunidad debe poder complementarlas, sin sustituirlas las. En todo este período de sucesivas crisis, aspectos tan esenciales para la vida como los cuidados, han surgido desde la solidaridad de la comunidad. Un Amor incondicional para con los demás, para intentar garantizar que todas y todos podamos tener acceso a unos derechos mínimos que nos garanticen una vida en condiciones dignas. Éste es nuestro horizonte, juntos y atentos a lo que sucede en nuestro entorno, caminamos con esperanza.
